En México, las estrellas del cine “de oro” Pedro Infante y María Félix que se llamaba Tizoc, la cinta fue muy celebrada, ganó premios internacionales… Pedro Infante representa a un indígena que se enamora de María Félix, en parte porque ella le da un pañuelo y en parte porque se parece a una estatua de la Virgen María. En algún punto de la trama, él le canta que la quiere más que a sus ojos… para luego cambiar de opinión y declarar, que quiere más a sus ojos porque gracias a ellos, la pudo ver.
Awwww, la cursilería del cine promotor de nuestros valores nacionales.
Todo esto viene a cuento porque andaba aprovechando mis 20 artículos de acceso libre al NY Times y leí un artículo denominado “Married, With Infidelities” en el que el autor (Mark Oppenheimer), a partir de la dimisión del congresista twittero explora el tan llevado y traído tema de la monogamia y la fidelidad marital. Aunque es un tema que considero casi tan gastado como la legalización del aborto o la existencia de Dios (ambos debates cansinos y casi siempre retomados a partir de puntos de vista poco objetivos), el autor señala cuestiones que me parecieron pertinentes. Por así decirlo.
La aseveración que llamó mi atención fue cuando cita al columnista Dan Savage diciendo que el error fue, esperar que los hombres estuvieran sujetos a las mismas expectativas sobre fidelidad que las mujeres, en lugar de haberle dado a las mujeres la permisividad de la que gozaban los hombres (a raíz del movimiento feminista que buscaba matrimonios más equitativos e igualitarios). El columnista lleva una relación entre monógama y medio abierta con su pareja, estableciendo que es la combinación de honestidad y satisfacción sexual la que permite que su matrimonio prospere, estableciendo que la satisfacción sexual es importante y que la relación de matrimonio es aún más importante, por lo tanto, a la luz de las ordenancias matrimonio estable triunfa sobre infidelidad ocasional.
También establece el artículo que no todas las parejas pueden ser monógamas, ni todas las parejas pueden ser totalmente abiertas.
Lo anterior me pareció justo: en un mundo donde puedes elegir ser actor de cine, plomero, barrendero o programador de computadoras es un tanto decepcionante que a la hora de elegir pareja te tengas que conformar con un “casado” o “soltero”. Supongo que de ahí vienen las variaciones entre divorciado, unión libre, promiscuo sin remedio. Y dentro del menú “casado” también deberían existir las variaciones.
Y sin embargo… alega que nadie debería estar condenado a tener un matrimonio problemático y enfermizo. Y se admite que no todos los seres humanos somos capaces de soportar la honestidad, y una relación abierta (matrimonio, free, amigos con derechos, unión libre) nos pone de frente con la mentira más bonita y elocuente del matrimonio: tú no lo eres todo para tu pareja.
¿Pero deberías serlo?
¿Quién es tu pareja entonces? ¿Tu pareja sexual garantizada? ¿Tu compañero? ¿Tu amigo? Y más importante, ¿qué le puedes decir a tu pareja? ¿qué soportarías que tu pareja te dijera a ti mismo?
Yo sé que no tendría problemas manteniendo una fidelidad sexual. Lo sé, como otras muchas personas saben que les gusta el color verde o que detestan los mariscos. Pero no así emocionalmente. Una y otra vez he dado al traste con relaciones en las que el fulanito me parecía físicamente encantador, pero llegado un punto me sentía tan sola en la relación que prefería evadirme e inventarme romances ficticios. Yo podría soportar una infidelidad sexual… una noche de borrachera con una desconocida. Sí, seguramente me sentiría herida pero podría comprenderlo. No así saber que mi pareja está enamorado de la conversación de otra, de su inteligencia, o que valora sus cualidades culinarias.
Curiosamente, mi actitud respecto a la fidelidad la tomé de una frase que se atribuye a Frida Kahlo: no me importa que no me seas fiel, mientras no me seas desleal. No me lastimes, no me digas con engaños que la relación es a largo plazo si sólo quieres un acostón, no te acuestes con mi mejor amiga, no me insinúes que andas con otras mujeres o que otras mujeres te persiguen, no porque no sea imperdonable o porque espere la actitud de un santo, sino porque espero respeto. Y alguien que te dice “fulana me tira los perros” no te respeta a ti, no respeta a fulana, sólo está enamorado de su propia imagen, siendo perseguido por las mujeres, de su gran hombría. Si se va a ir con ella, que se vaya, si se la va a tirar, que se la tire, pero que se calle la boca porque callarse la boca significa que no quiere lastimarte, que no quiere que en tu cabeza se formen ideas que te puedan hacer daño. Que tus ojos no lo vean, porque así como esos ojos te permitieron quererlo, te pueden hacer odiarlo, porque sabe que puede fracturar tu confianza.
Y la confianza no radica en saber que la persona con la que estás no se acuesta con otra persona: somos víctimas del azar y no sólo se puede acostar, genuinamente se puede enamorar de alguien más y no podrá evitarlo. No, la confianza no es eso, la confianza radica en saber que la otra persona tiene tu bienestar en su mente y que sus acciones están enfocadas a no lastimarte, sino a hacerte feliz.
Luego por eso me va como me va.
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