25.7.11

El sagrado derecho a no contestar

Con el advenimiento de los celulares, el e-mail y otros males menores, la gente da por sentado que uno tiene que responder en el momento en que se les de la gana hablar.

Hoy temprano marcaron a la casa seis veces. La misma persona. Seguidas. La contestadora, antes de pasar el consabido "no nos encontramos, si nos ha visto deje un mensaje para saber donde buscarnos", recita dígito por dígito el origen de la llamada: seis llamadas de una misma persona.

Pero no quise contestar. El razonamiento es este: yo no esperaba llamada, no era una llamada para mi, por lo tanto no tengo ninguna obligación real o ficticia de responder. Que la humanidad en su conjunto haya olvidado que tenemos el sagrado derecho a no estar disponibles es mas culpa de la televisión y de las falsas expectativas sobre la propia importancia que un mundo globalizado los hace tener que mía.

No, no todas las llamadas al teléfono se pueden responder y es que a fin de cuentas, acostumbrados como estamos a poner en múltiples plataformas tecnológicas los ires y venires de nuestras aburridas y predecibles vidas, contribuimos a que los demás olviden que tenemos una vida que no es para ellos y no es que estemos forjando terribles alianzas con fuerzas oscuras en el interior de nuestras casas (ayer vino la vecina y no le abrí: mismo razonamiento, yo no la esperaba y carezco de interés en saber que tipo de especie o insumo de panadería se le ha agotado, además hay una tienda de conveniencia a 457 pasos de su puerta), es simplemente que queremos estar solos.

Si, asi, solos, con nosotros mismos viendo la television o jugando o leyendo o simplemente admirando el trabajo del yesero en los muros de la casa. Una pared ofrece a veces posibilidades mas interesantes que el reporte climatológico que la mayoría de la gente se ve compelida a discutir por teléfono.

Y es es: todos tenemos el sagrado derecho a estar solos, a no abrir la puerta, a no responder el teléfono, los correos electrónicos no necesitan responderse en el instante preciso en que se reciben. El identificador de llamadas no fue inventado para que le respondas a la persona con su nombre de pila, sino para decidir si vas o no a tomar la llamada y si tienes o no ganas de regresarla después. Para evitar que los pequeños digan cosas como "dice mi hermana que se fue a la tienda". Y esta bien, nadie debería ofenderse cuando no le responden el teléfono, si la otra persona quiere ya devolverá la llamada en su momento y si no, al menos no tuvo que soportar nuestros dislates bicentenarios sobre la forma de las nubes o el precio del algodón.

Por cierto, necesito una computadora personal con acentos. Veré a quien llamo para contarle.

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