Idealmente queremos pensar que nuestros líderes son mejores que nosotros. Pero si son nuestros líderes, lo más seguro es que sean como nosotros.
Y el debate debería estar muy lejos del alcoholismo de nuestro presidente, o de las fotos que le manda un congresista a una mujer. Finalmente son comentarios que centran el debate en minucias y nos ocultan los verdaderos problemas del país.
De repente en twitter, en Facebook, en la conversación casual, el de aquí y el de allá se sienten con el derecho a opinar sobre la vida privada de diversos personajes públicos y saben ¿qué? Tiger Woods no tiene porque disculparse por acostarse con otras mujeres ante ustedes. Que se disculpe con su mujer, si le da la gana. Aunque quieran creer que porque ustedes no engañarían a su esposa con una mujerzuela, lo cierto es que muy probablemente, sí lo harían y sin embargo, no los veo ganando torneos, con un puesto de representación popular o dirigiendo empresas.
La vida privada, al hacerse pública, da pie a la descalificación gratuita. Y esas descalificaciones de bajo nivel, van construyendo una bruma que nos impide evaluar objetivamente el actuar de nuestras autoridades pero también el nuestro. No eres mejor porque le dices "borracho" al presidente de tu país y culpas los muertos de la guerra contra el narcotráfico únicamente a sus decisiones y su actuar, con el argumento simplista de "pues es un borracho". Tú consumiste droga, tú compraste piratería, tú diste una mordida: tú eres responsable y tu presidente, es como tú.
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