16.6.10

Hanon: Ejercicio 6.

No es una luz en especial, o el sonido de unos pasos en particular. Es el silencio que guardan estos muros, las baldosas de esta recámara, el quicio de una ventana. Sus palabras se quedaron suspendidas sobre el dentífrico, bajo la almohada, entre los pliegues de una cortina que te rehusas a recorrer. De pronto... en el espacio que escapa al segundero - entre el tic -, se aparece.

No hablo de ausencias, o de trenes que nunca regresan... el día despunta en lugares remotos, siempre donde no puede alcanzarse. Recuerdas esas historias sobre el hombre que para dar la vuelta al mundo se fue siguiendo al sol, paso a paso, y descubrió que podía darle la vuelta al mundo en veinticuatro horas, pero tú sabes mejor: tus pasos no son tan veloces, estás condenado a las distancias humanas, aún con trenes y aviones, porque nunca los tomas. Nunca partes. Realmente siempre estás en el mismo lugar, ¿a qué esperas?

Abres la puerta del departamento y entra el aire ajeno del pasillo, ese aire compartido con extraños, llegan los sonidos del elevador, gente caminando en los pasillos, la calle prometedora de tráfico y luces cegadoras. Ese diario transcurrir de la intimidad de tu mundo suspendido y la realidad que se modifica a todas horas, te da el valor de llegar al trabajo, saludar. Escuchas las mismas charlas insulsas, la música de los otros, sus bromas, sus opiniones apasionadas sobre temas que nadie comprende, jugando todos a ser el gran adulto, el sabio. Llega la noche y vuelves sobre tus pasos hasta el elevador, hasta el pasillo... hasta la puerta por la que puedes dejar atrás todo y volver.

Y abres la puerta, tras ella está el sillón donde intercambiaron aquellos primeros y tímidos besos, la alcoba, el cepillo de dientes que utilizaba en las noches que se quedaron juntos, la almohada con su aroma. Cierras los ojos y escuchas conversaciones que ya no tienen nada nuevo que decirte, pero las atesoras, como quien ve escurrirse por sus manos arena fina. No aprisionas, dejas que el recuerdo se diluya poco a poco, disfrutas cada mirada, cada roce que consigues recordar. Esperas a olvidar.

Canción: To Love Somebody / Janis Joplin

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