3.5.10

Mentiras y reafirmación del egoísmo

El fin de semana fue largo y corto. Fui a dos conciertos, salí de la ciudad, regresé el mismo día y vi una de las peores películas de la historia.

Primero asistí al concierto de los Doberman Blues, un grupo de Aguascalientes, en el Tribu, nunca había escuchado al grupo, pero me gustaron bastante. El sábado en la noche fue el concierto de Joaquín Sabina y nuevamente, por andar de buena onda, terminé OTRA vez en una situación surrealista. Al final terminé corriendo calle arriba dejando a algún imberbe botado en una cantina, de lo cual me enorgullezco porque recuperé tres centavos de dignidad ante mí misma.

El problema de las situaciones absurdas es que terminas en ella por tus propios méritos. Lo que me remite, a "Clerks" y la eterna queja de Dante con su "yo no debería estar aquí". En ese sentido, Dante es la "buena-ondez" personificada y para ir aclarando los puntos "ser buena onda" y "estúpido" es sinónimo a partir de este momento.

Uno jamás debe condescender ante los demás: ser fiel a lo que tú quieres y deseas te lleva a que en una situación de jodidez siempre puedes decir "psss sí, pero lo disfruté en el mientras tanto".

Luego redundando en esa misma estupidez fui al cine a ver la peor película de todos los tiempos: "Legion" (el título está en inglés, no olvidé el acento). Vomito tres veces sobre la tumba de los guionistas, de los actores, de los productores y de toda la gente involucrada en semejante bodrio. De todos. Y de sus madres. Si me quejé de la falta de construcción de los personajes en "Avatar" estos establecen toda una nueva categoría: es el fin del mundo, dios está harto de los humanos, le da una orden a (suponemos) el Arcángel Miguel y este lo desobedece. ¿Qué hace dios? Nada. Sigue con sus planes, porque psss pinche Miguel estúpido. O sea: no mamar. Es dios: en teoría podría hacerle caer un rayo a Miguel, cesarle de su existencia, pero no, se emberrincha, sigue con sus planes de destrucción apocalíptica y manda a Kirmi... err, digo al arcángel Gabriel a hacer su trabajo sucio. Sin embargo, por principio de cuentas, los ángeles no tienen libre albedrío (sí, ya sé, ustedes treintones que lloraron con "Un Ángel Enamorado", el ángel no pudo saltar a la tierra y vivir con la morra porque no tienen voluntad propia, no pueden desobedecer a dios), así que como es que Miguel decide dejar el bando de los "buenos" y no es enviado al infierno. Para terminarla de fregar la historia no se acaba: lo que pronostica secuelas. Secuelas que serán mil millones de veces peores.

Lo más triste de todo es que sólo hay una cosa que me da miedo en este mundo y es el apocalipsis. Yo sé que ustedes son seres muy maduros y que saben que ese libro es una alegoría posiblemente escrito bajo los influjos de la inspiración divina (aka drogas alucinógenas), y que era una advertencia que hacía Juan sobre lo que pasaría con los cristianos en Roma, etcétera. Quizá estudiar en colegios de monjas que no eran de monjas o tener una tía monja o haber leído la biblia desde muy niña me afectó. O fue la maligna influencia de Maciel en mi juventud a través de sus órdenes religiosas de tres pesos (bueno, de muchos más pesos). No sé. Pero si puedo ver tranquilamente a Freddy Kruger destrozar gente, o a la niña del exorcista vomitar sopa de chícharos, cualquier referencia al apocalipsis bíblico (las trompetas, los sellos, el libro, las copas, el monstruo de siete cabezas, los días de oscuridad, etcétera) me causa estrés. Es un estrés raro: no me da miedo la viejita come gente en la sala de cine. Pero llego a mi casa y pienso en que no tengo agua benita, ni imágenes religiosas, ni he rezado el rosario en (sic) más de una década, luego todo se queda muy silencio y mi propia respiración me da miedo. No puedo evitarlo. Eso y las máscaras. Así que todo sucedió: vi un mugrero y luego estaba asustada y yo misma pensaba "pero si fue un maldito mugreroooooo" y luego me escuchaba respirar y decía "ay guey" y otra vez me enojaba conmigo. Jum.

No la vean. Es hórrida.

Y he dicho muchas mentiras últimamente. Pero no tengo aliciente para decir la verdad. No sé que se hace en esos casos. Oh, no... otro pecado, moriré en el infiernoooooooooo. Bueno, no.

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