Renuncié a la patria y a la cordura, al tacto de tus manos, y a tu aroma de lluvia. Tu presencia se me rebeló en la ignominia y estableció su reinado en sueños y sombras. Los días se suceden uno tras otro, interminablemente, sin que nadie haga nada por detener su marcha absurda, parecen gotas de agua que caen continuamente en una cueva obscura... los días pasan de un absurdo a otro, la cordura se niega a regresar... me sostengo del hilo de una idea o de una imagen desgastada de tiempo y agua y me detengo a pensar en tu ausencia multiplicada.
Hay quienes se dejan enganchar por la idea de un pasado o de un futuro inexistentes, yo te saqué de los cuentos de terror y debajo de la cama, saliste con tus ojos grandes como los monstruos y me miraste de reojo, sin atreverte a existir en pleno. Eres la más acusada de mis locuras, la necedad que se anida en el reflejo del alma. No creo que debas exisitir y sin embargo... permaneces.
Es tu permanencia en los sueños, la que me hace una proscrita de las ilusiones pasadas, me refugio en soledades y en tardes turbias y lluviosas, donde la promesa de tu alegría nunca me alcance.
Post originalmente publicado el 15 de agosto de 2005.
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