7.4.10

Hubo un tiempo en que fuimos mejores. Un tiempo en que creíamos en el amor a perpetuidad. Podíamos ver limpiamente en los ojos de la persona a la que amábamos y decirle sinceramente que no había nadie en nuestra vida que nos hiciera sentir así. Era un tiempo en que cada roce, cada mirada, cada beso tenía el encanto del puerto al que al final llega el barco. No sabías que el dolor pasaba y no sabías que el amor también.

Era un tiempo previo al cruce de lo que llamó Kundera "la frontera del amor". Sí hay un amor después de haber cruzado esa frontera, pero es un amor inclusive. Es un amor "a pesar de". Esa emoción de tomarle la mano a alguien en el cine, de los diálogos memorizados, de las noches en vela esperando una llamada se ha esfumado.

No es que seamos malos ahora, es sólo que ya no creemos. Ahora sabemos que lo que vemos no es una virgen, sino una estatua de yeso. Que los milagros no existen. Somos descreídos que quieren creer, que arrastran una estela de fe perdida. Y el amor, el amor verdadero, es inconcebible sin esperanzas, sin fe.

El mérito que tenemos es que deseamos vehemente querer, creer. Buscamos esa chispa de emoción que nos arrastre hacia atrás, que nos devuelva la fe. Algunos días, entre la multitud creemos ver esos ojos en los que creímos una vez, buscamos en una vieja fotografía ese pulso acelerado del corazón; soñamos con ese beso que nos deje temblando en la oscuridad, en la ausencia de alguien y no con este vacío común y ordinario que nos acompaña a todas partes.

I saw sparks.

4 comentarios:

Rodion dijo...

Que triste que tengan razón. Que triste qye yo lo sepa

Unknown dijo...

:(

Campanula dijo...

Yo creo en el amor, tal vez sea demasiado idiota, pero aun tengo elefantes en el estomago y eso no lo cambio por nada.
un abrazo

Unknown dijo...

No es que estés idiota. Es que aún tienes elefantes en el estómago. Si yo los tuviera sería infinitamente feliz.