26.10.06

Rostro

Bucándo la nota social de importancia en Monclova, me encontré la siguiente nota: Transplante total de cara en Londres , las consideraciones éticas, al igual que las de la clonación, el aborto y la liga de la justicia, prefiero dejárselas a los que saben, a los científicos alemanes y a los líderes religiosos intolerantes (te estoy viendo Benedicto).

En la Insoportable Levedad del Ser, Teresa se observa al espejo. Imagina que su nariz crece un milímetro todos los días y se preguntas cuantos días pasarán para que deje de parecerse a sí misma. El alma, se encuentra oculta tras un cuerpo, dentro siempre supone cierto grado de ocultismo, por eso aquella frase atribuída a los griegos de "mente sana en cuerpo sano", contiene la palabra EN. Porque podemos ver el cuerpo, el rostro, pero la mente se nos escapa.

En la nota mencionan que desde hace dos años comenzaron a trabajar en el proyecto, que además, buscaron pacientes que soportaran la operación física y psicológicamente. Psicológicamente me llamó la atención. ¿Qué se sentirá no ser tu? ¿En que parte de tu rostro está inscrita tu identidad?

En la oficina se desató la "guerra de los pupilentes" de pronto todas las descendienets de Moctezuma tenían ojos azules, verdes, grises, miel, turquesa, zafiro y otros tonos cuyos nombres me producen escalofríos de solo recordarlos. Miope de nacimiento, pero corregida gracias al dinero de mis papás y un rayo láser, sé lo que es usar lentillas. Lávalas, desinféctalas, pícate el ojo, etcétera. Y me pregunto que obscena obsesión por desear no ser tú te llevaría a mortificarte la vista todos los días con el único objetivo de que crean que eres más "bella". Porque ni tu soportas verte al espejo.

Siempre he sido invisible, lo compenso con un sofisticado ego del tamaño del agujero en la capa de ozono y al igual que este, mi ego crece exponencialmente. No obstante, cuando sabes que realmente eres transparente, te quedas en silencio más de lo recomendable, esto te va borrando también el sonido, al final, nadie recuerda tu nombre. Lo comprobé ayer en la clase de alemán cuando tuve que repetirle al susodicho "dass ich heisse _____" n veces.

No sé si en otro rostro me comportaría diferente: me daría mucho miedo. He visto físicamente los cambios en mi cara a lo largo de la existencia, de niña era pecosa y chapeada. El rostro se fue modificando imperceptiblemente, hasta llegar a hoy, en que sólo un ojo muy observador podría detectar las pequeñas pecas que sobrevivieron al cataclismo de la adolescencia, los ojos son más chicos, el cabello dejó de ser rizado. Al cambio de rostro, paulatino, ha seguido el cambio de mentalidad, pasando por los estadíos más irrisorios como el célebre "yo no escucho música en español" de 1997, y llegando al sublime "vengo a matricularme en Administración Financiera" en el 2000.

No sé hasta que punto el rostro es reflejo de nuestras decisiones internas, si tenemos derecho divino a modificarlo hasta ajustarlo a nuestros temores. Hasta que punto es válido mentirnos a nosotros mismos para lograr escapar de lo que no conseguimos creer. Comienza a gritar, quizá dentro de pronto, tu voz también sea transplantable.

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