Aparentemente cuando el domingo amanece lloviendo a cántaros y se persiste en ese afán el suficiente tiempo uno logra salir a las 4 de la tarde y correr a hacer la tarea de la maestría lo cual es por todos reconocido como m-u-y--i-m-p-o-r-t-a-n-t-e y en seguida uno se da cuenta que el clima es delicioso: disfrutas el aire correr y te recocijas en los 18 grados centígrados más agradables de la tarde. El lunes te rehúsas a usar suéter (la temperatura es agradabilísima) y después de bañarte llegas a la oficina con el cabello empapado donde el aire acondicionado te hace pasar un frío del tizne y aún así juras que el día es bello, hasta impersonas a Bono en sus pequeñas plataformitas diciendo "it's a beautiful daaaaay". El martes te arde un poco la garganta pero no puedes dejar de dar las dos mil quinientas vueltas que te demanda tu labor social como achichincle oficial y en consecuencia se te seca la garganta, te duele la cabeza: para las 10 de la noche estás moribunda y finalmente alargas la mano temblorosa hasta el Tempra y lees: "paracetamol DC 90 Equivalente a 500 mg de paracetamol" y dices "a huevo" al tiempo que te avientas dos a la boca. Después de unos minutos, y sintiéndote mejor persona y adulto responsable te levantas y vas por agua y te haces un rico theraflú: otros 1000 mg de paracetamol.
No me extraña que haya soñado catástofres mundiales, el fin de la belleza y de todas formas haya amanecido de un humor excelente. Los bichos (y por poco yo) aparentemente murieron intoxicadísimos (o se pusieron bien pachecotes). Sólo sé que estoy sonmolienta, aunque ya me limité a un tempra cada cuatro horas y que la vida parece linda.Es precioso tener ese clima que te hace sentirte persona otra vez. Gracias damos por el otoño y los antigripales.
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