Ayer un compañero del trabajo me comentaba como una pesadilla recurrente era que lo encajuelaban, otro conocido les ha dicho a sus papás que en caso de que desaparezca, lo den inmediatamente por muerto y no lo busquen, para evitarles la pena de buscar entre fosas clandestinas y asesinados anónimos a un hijo. Yo misma he soñado varias veces que quedo en medio de una balacera. No estamos seguros ni en nuestros sueños.
En la mañana, como si aún tuviera cinco años, me refugié en la cama de mi mamá. Me abrazó y me dijo que nuestros peores miedos vienen de la anticipación (estoy casi segura que se robó la frase de algún lado pero no logro recordar de donde).
Decía Borges que el único pecado que un hombre puede cometer es no ser feliz. Supongo que ante la realidad la única defensa que nos queda es no pecar y tratar de ser felices, delirantemente, pacíficamente, inmensamente felices, que al final, la felicidad propia es la única variable que está en nuestras manos.
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