(Del b. lat. marasmus, y este del gr. μαρασμός).
1. m. Suspensión, paralización, inmovilidad, en lo moral o en lo físico.
2. m. Med. Extremado enflaquecimiento del cuerpo humano.
Cuando tenía 16 años estaba con Carlitos Litos en la cafetería de la escuela. Alguien había puesto "Te Quiero" de Hombres G en la rockola. Carlitos Litos fue el primer hombre por el que lloré. Eso obviamente lo sabe él, pero lo supo cuando había pasado la cantidad suficiente de años para que fuese un hecho que ya no me causara vergüenza o espanto. No obstante, en ese instante me di cuenta de que ya no lo quería. Porque normalmente me había puesto a llorar o lo hubiera visto con los ojos de la ensoñación adolescente que debe caracterizar esa clase de momentos y no. Escuchaba la canción y yo no sentía nada. Lo más alarmante es que no lo sentía por él y no lo sentía por nadie.
Ayer después del concierto de Julieta Venegas, mientras divagábamos sobre los ingredientes que debería tener el martini "mariposa traicionera" que no podían prepararnos, porque les faltaban ... ingredientes... mencioné que que bonitas las canciones, y su vestidito, y su actitud desenfadada y que lástima no estar uno bien enamorado como para sentir mariposas en el estómago y en el fuero interno dedicarle canciones a alguien. PR mencionó que ella opinaba igual, uno debería tener la sagrada obligación de estar enamorado constantemente de alguien: esperar cada día bajo la esperanza de levantarse para ver a alguien.
Pero uno no puede levantarse así cuando tiene el marasmo emocional en pleno. No es que esté triste, o contenta. Es sólo que otra vez no siento nada. La música, las novelas, las series, las historias de amor ajenas han deslucido sus colores. Todo lo veo a través de una cortina de indiferencia. Las canciones que me hicieron llorar cuando sí quería a alguien validan un poco mis emociones, pero todo lo demás lo percibo a través de una cortina de algodón.
Y yo quiero sentir. Pero de verdad. No porque se espera que sienta algo por alguien más.
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