Yo debería ser una amargada total, porque bueno, ese es el tono del blog y todo es miserable y el template es "oscurito" (sin b, que tanto me gusta, pero "obscurito" no se oye bien), y la maldita incapacidad para ser feliz y quejarme amargamente porque no tuve una infancia idílica. ¿Y saben qué? La mayoría de ustedes tampoco la tuvieron. De los seis mil millones de personas en el planeta es altamente probable que cinco mil millones novecientos mil dos, no la hayan tenido.
Así que si han sufrido mucho, si alguna vez se sintieron mal, si les hicieron un desaire, si no tienen amigos que los quieran, si su única compañía es un gato: el mensaje de la chica más triste que ha jamás sostenido un martini es que hoy tienen permiso de sonreír un poco. Y subir los ojos implorando paciencia a un dios en quien no creen cuando su tía que no soportan cuenten por enésima vez aquella anécdota trillada que detestan, o cuando el padre de no se quien empiece con sus sandeces de borracho, o cuando la abuela llore, o cualquier otra arbitrariedad, porque la navidad también es eso: es el recuerdo barroco que les ayudará a formar las anécdotas con las que frustrarán a sus sobrinos más jóvenes en el futuro.
Felices fiestas, y ¡salú!
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