3.9.08

Finales de temporada

A la gente a mi alrededor el mundo se les está cayendo a trozos, no figurativamente. 

Sería demasiado simplista decir que todo lo que puede salir mal ha salido peor. Los finales no necesariamente son malos. A mí, como siempre los finales me emocionan, pero eso es porque mi pánico al cambio no venía incluido en el kit básico. Le propusieron a mi familia conseguirme uno, pero salía muy caro, implicaba largas horas de terapia y la última vez que fui al psicólogo salí con una extensa lista de canciones que podría escuchar y él también. Mi psicólogo se hizo mi amigo y como todos lo saben, eso nos arruinó la relación paciente-impaciente. Luego perdí el contacto y pensé que quizá sólo me brindó su amistad porque era justo lo que necesitaba y me dio gusto que fuera gratuita. Al menos para mí. Por lo que duró.

¿Qué pasa cuando algo se termina? Empiezan otras cosas.

En mi experiencia he visto el fin del mundo (de mí mundo) ocurrir al menos un par de veces: las primeras lloraba mucho, perdía el sueño, duraba días enteros sin levantarme de la cama, porque el dolor era mucho. Porque había que ponerle un fin a tanta miseria. Me recargaba en el quicio de una ventana en un pasillo cualquiera, sin plantas, sin belleza: sólo los bloques de construcción y su desnudez infame recordándome lo absurdo del día-siguiente.

El otro fin del mundo terminé del otro lado de la frontera, otro fin del mundo me descubrió llorando en el piso de mi recámara convencida de que no podría terminar de planchar mis sábanas (obsesiva como soy, esa vez decidí arremeter con la limpieza enfermiza de mi recámara y casi al finalizar me di cuenta de que tampoco tenía mucho sentido).

Con el tiempo uno aprende que a los finales les siguen comienzos. Que lo insoportable a veces son los mientras-tanto. Que si algo termina, que si el mundo se acaba, si se derrumba todo en forma de televisores que se descomponen, pilas de sábanas que no se pueden terminar de planchar o llantas desinfladas por la mañana no es el fin del mundo: es el principio.

Quizá el miedo y la tristeza es porque abandonaremos nuestra comodidad un rato. Quizá, es porque no nos atrevemos todavía a estar alegres.

Besitos fonkis.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

yo...
meticheando en los pensamientos ajenos...

:(

...igual y hasta la conozco y no tengo idea de que tiene un bló, que es lo mas seguro...
porque no muchos anunciamos al tener uno, lo aplico yo, lo aplica el otro y aquel tmb, porque no usté...

y esto solo lo refiero por lo que dice en el primer párrafo...no andarè yo por su entorno que tmb se me está cayendo a pedazos todo...

pero bueno, sigo de meticha y pues, vuelvo pronto...

anónima*

Unknown dijo...

Bueno, no se preocupe, al parecer tiene mucho más que ver con etapas de la vida que con tener relaciones de amistad/trabajo conmigo.

O eso quiero pensar.

Be happy.