Día extraño

Hoy fue un día muy curioso. Empezó mal a las 8 de la mañana cuando tuve una discusión más que acalorada con mi madre. Realmente no me gusta discutir con ella, pero es tan fácil. Prueba fehaciente de que tengo un lugar entre los Top 10 seres humanos más malotes que han existido. Y es que resulta que hoy amanecí cucaracha.

Uno amanece cucaracha y la gente a su alrededor debería asumirlo como un hecho, guarda el silencio y la distancia pertinentes y luego morir en el intento. Lo peor sobre todo fueron las pesadillas en las que iba reflejando temores inconcebibles sobre mi misma. Lo más triste es que en realidad uno siempre cree que se trata del otro, pero en el fondo se trata de ti mismo.

Me resultó también muy curioso encontrar resonancia en la negatividad común. Cosa que nunca me había pasado. Por lo general iba de un noviazgo a otro sin pena ni gloria (totalmente falso, pero ustedes que no me conocen supongan que es cierto) en el sentido de que cuando yo me sentía devastada por la cercanía del milenio, mi media naranja en turno estaba totalmente fascinado por las nuevas posibilidades de la física cuántica, el partido de los Rayados o el sabor de las almendras y al revés. Si a mi novio se le ocurría tener un período depresivo mi sensibilidad era tan nula que le sugería ir al circo o comer palomitas a medio día. Y así, me veía en la forzosa necesidad de entablar charlas extensas en las que nunca se solucionaba nada porque ni él ni yo sentíamos la menor empatía por lo que el otro andaba padeciendo. 

Y ahora, aún cuando hay cierta ceguera emocional, encuentro que si no tengo ganas de ver a alguien, es porque alguien tampoco tiene ganas de verme. Que no obstante, vale la pena salir caminando con un pie torcido y llegar al quicio de su puerta para que enseguida todo cobre sentido. Que sí hace falta hablar y que las palabras iluminan. No en un sentido metafórico-místico poco práctico, sino en que cuando sientes que algo anda mal y no lo hablas, y no sabes que es, imaginas las cosas más terribles, y entonces todos tus miedos, todas tus inseguridades afloran sin que puedas evitarlo. Y ya no se trata de lo que te molesta del otro, se trata de ti. Necesitas clarificar las cosas, ponerle nombre y luz al problema para verlo bien y entonces, te ríes, te das cuenta de que es algo fácil de resolver, que seguramente ahora que se ha verbalizado cobrará formas de solucionarse efectivas y fáciles de abordar. Ya no se trata de tomar el primer autobús hacia la ciudad más lejana que se te ocurra y huir de todo. Me gusta que el otro sienta también, y me gusta iluminar entre los dos los problemas. Me ayuda a creer en este tiempo que empezamos a compartir. 

Ahora me siento tranquila. Sigue mi madre tristemente molesta conmigo. Quisiera que con ella también las cosas fueran fáciles. No puedo juzgarla duramente porque a fin de cuentas, ella es mejor que yo en muchas cosas. En otras no, ¿y qué? Me gustaría pedirle perdón por las cosas que ella hace y que me molestan. Pero tampoco es útil. 

Olvidé mi iPod en casa de Chachachachán, pero bueno. A ver si mañana lo recupero. Espero que si ve toda la sarta de música depresiva que tengo no se espante. 

Hoy ha sido un día raro, desperté cucaracha y me tuve que obligar a salir de mi misma para volverme un poco persona. Al final estoy no contenta pero sí satisfecha. No fue un mal día. No fue bueno. Tuvo momentos de intenso brillo, y eso fue bueno. 

Bienvenida Sandrita. Saludos a los que leen. Perdonen el exceso de posts por el día.