Disculpas

Desde el caso de la boda y la batalla perdida contra las líneas de autobuses que ofrecen sus "servicios" en esta ciudad perdida de provincia (pues, aún no consiguen rebajarnos al honorable puesto de "Pueblo Mágico"), me la he pasado ofreciendo disculpas.

Disculpas porque mi vida apesta un poco y alcanzó un culmen de pestilencia al no poder siquiera seprarme de la tierra roja y la bizarra capital un par de días, disculpas porque llego tarde, porque llego temprano o porque no tengo ganas de llegar.

Esto de la convivencia social me causa conflictos: en la pasada fiesta-reunión con gente con la que tengo realmente muy poco en común, me la pasé tratando de contraer una pulmonía en el patio, mientras observaba a todos desde afuera. Ajena a ellos y a sus pláticas constatadoras.

A veces, he descubierto, la gente sólo abre la boca para establecer algo sobre sí mismos, sobre lo que ellos tienen dudas. Por ejemplo, llegó de la mano de un ex novio (mío y de ella), después de saludarme me espetó un muy sentido: "Pues sí, Cuau y yo estamos juntos, aunque, en realidad nunca nos hemos separado". En el instante la felicité, pues uno siempre debe felicitar a la gente cuando te demuestra tan fehacientemente que ha logrado algo de lo que seguramente depende la felicidad de su vida entera. Lamentablemente cuando "Cuau", incidentalmente se integró a nuestro grupo de amigos, lo primero que estableció fue que no tenía novia, para luego aclarar que sí, salía con algunas mujeres, pero que con ninguna que realmente valiera la pena.

Aquí es cuando la humanidad en su conjunto dice "ay, es que todos los hombres son iguales", pero no creo. Mas bien, todos tendemos a querer hacer patente ante los demás algún estatus de nuestra vida privada, nos morimos porque la gente lo sepa, porque descubran cuan mejores somos por tal o cual circunstancia: y es ahí donde morimos por nuestra propia boca. Yo no dudo que I. legítimamente tenga una relación con el fulano, y tampoco dudo que el fulano ande con algunas otras mujeres en el inter. Pero para ambos el triunfo está no en quererse mucho y tomarse de las manos, sino en demostrarle al mundo algo sobre ellos mismos, de lo que no están seguros.