Hoy no hay queja

Podría haberla, porque fui a ver Hitman (sí, vivo en un mundo paralelo donde las películas se estrenan después de haber salido en DVD y por supuesto, muchísimo tiempo después de que en las tres ciudades de este país se hayan estrenado... y por si se lo preguntan, sólo hay tres ciudades en este país, unos cuantos pueblos civilizados y el citado mundo paralelo), y los calificados técnicos de sonido traídos desde Alemania para operar el THX de la sala, se la pasaron bastante rato tratando de adivinar como conectarlo. No los culpen, son alemanes, no saben español.

A los que se preguntan porque no hay queja, pues no es porque sea infinitamente feliz. Descubrí que quiero tener un hijo, pero como tengo apenas 27 años y soy lo suficientemente irresponsable como para ir por pizza en lugar de decidirme a entrar en la cocina, pensé que la mejor opción para satisfacer mis instintos maternales es tener un perro. Así que añadiré a la lista de mis propósitos de año nuevo tener perro.

Perro porque come croquetas. Así que no hay que cocinarle. Los peces no me gustan porque nadan en su propia inmundicia, lo que me crea bastantes conflictos morales y según dicen en las tiendas que los venden uno no puede cambiarles el agua diario ni echarles demasiado cloro porque se mueren. Me gustan los gatos porque son muy calientitos y cuando tienes cólico te los puedes colocar en la panza mientras ves la televisión distraídamente, pero mi mamá los odia. Había pensado en un loro, pero es bastante fastidio estar en la oficina hablando con gente todo el día como para llegar a la casa a recibir reclamos por galletas, insultos o similares. El resto de mis geniales ideas mascotiles no son viables por la ley de criaturas en peligro de extinción y por mi obstinación en no entrar en esa lista con alguna ocurrencia extravagante. Así que un perro será mi salvación.

Se llamará Bruno y quiero que sea perra. Mi mamá ha objetado que no puede llevar un nombre masculino si quiero que sea hembra, pero pienso que son complejos de género que no tiene uno porque arrastrar al mundo perril. Total, Bruno me gusta pero quiero una perra porque son mucho más tranquilas.

En la mañana estaba planchando mis camisas para el trabajo. Y me di cuenta de que me gusta lo que hago. Esa es otra razón por la que no hay queja. Creo que inclusive podría decirse que soy feliz.

Besitos fonkis.