Queja número N

El día martes tuve la infortuna de tener que usar los servicios de salud pública de este país. Yo sé que nuestro flamante presidente "del empleo" prometió seguridad social para todos los nenes que nacieran en su sexenio. ¡Cuero mil! Pero se olvida de todos los que ya tenemos seguro social y sufrimos - por que es un auténtico tormento - del mal servicio, seguramente con el incremento de bebés que tendrán seguro popular la atención será un grado abajo de lamentable.

Para empezar, la inmensa mayoría de las mujeres que atienden en el seguro social se pintan el cabello. Esto es muy malo, porque como todos sabemos, el amonio con que fijan el color a sus pálidas canas u oscuro pelaje agüerado a fuerza, es venenoso. De modo que a estas sanas mujeres, se les ha muerto además de un número importante de neuronas, también perdieron el sentido humano, la compasión y la empatía.

Es cierto, que llegan miles de personas al seguro a pedir atención médica, pero estas hijas de su mal dormir, te reciben como si fueran las dueñas absolutas del hospital y jamás en la vida se les hubiera enfermado un familiar. Eso sí, al jubilarse reciben el 100% de su sueldo y se indignan si alguien trata de tocar sus prestaciones.

Y es que el punto, es que trabajan en una institución de servicios, donde se trata con personas en estado delicado de salud, francamente no conozco a nadie que acuda al hospital por mero gusto o por afición social. Si uno va es porque necesita ateción y lo mínimo que esperaría, es que la bola de suatas que te reciben, fueran personas profesionales, amables y humanas. Claro, es mucho pedir.

Y la bronca es como lidiar con la inercía de años y años de mal servicio, corruptelas y afición al sufrimiento ajeno, porque sólo un aficionado al dolor podría tener el corazón de dejar a alguien desangrarse en una sala de urgencias y regañar a otro porque tiene la peregrina idea de quejarse. Ok, tal vez exagero. Pero de verdad, da coraje.

A ver si esos del Teletón se ponen las pilas y le dan una ayudadita a nuestro elefante blanco número uno, o si no, mínimo terapias para algunos de los que atienden por ahí, que tienen muchísimas deficiencias personales.

Es cuanto.