Mujer A: Oye, me llegó un mail de Nore, pero no conozco a ninguna Nore.
Mujer B: ¿Nore?
Mujer A: No sé.
Mujer B: ¿Cómo es la dirección?
Mujer A: Nore Ply arroba servidor punto tu mamá también punto com punto eme equis.
A veces, me pregunto si las feministas que tanto se empeñaron en sacar a la mujer de la cocina, de llevarla a los ámbitos internacionales y plantarla enfrente de un ordenador para que reciba correos y platique con sus amigas sobre lo buena que estuvo la novela sin necesidad de pretextar un desayuno de jueves y que además le paguen por ello, tenían razón o no en su lucha.
Porque veamos. La lucha original de las feministas seguramente tuvo bases lógicas: permítanos estudiar, permítanos trabajar y cosas por el estilo. A medida que dichos espacios se fueron abriendo al sexo femenino muchos podrían decir que estamos mejor que nunca, que tenemos la posibilidad de ganarnos el sustento con el sudor de nuestra frente y de llevar una vida digna, sin violencia y nos valemos por nosotras mismas.
Pero a ver, ¿quién sigue limpiando la casa? ¿atendiendo a los chamacos? ¿asistiendo a las juntas de padres? ¿comprando el súper, haciendo la comida, remendando ropa? Las mujeres. Y es que a las feministas se les olvidó decir "queremos estudiar en las universidades y que los hombres cambien pañales". Las mujeres ahora trabajan (el doble que algunos hombres), para ganar la mitad. Y además sus carreras profesionales generalmente tienen el carácter de "segundonas". Porque si el niño se enferma, es mamá quien debe faltar a su trabajo, porque el trabajo de papi es mucho más importante. Es tu deber sagrado mantener el hogar impecable, a los críos relucientes y llevarle las pantunflas a tu "hombre" cuando cansado de un día laboral, llega a demandar su cena.
Todo sería más lindo si las mujeres tuviésemos la opción de trabajar o tener marido. Pero resulta que si eliges sólo tener marido, serás mirada socialmente como una especie de engendro medieval, promotora del machismo, el club de la vela perpetua o peor: de enemiga de la sangre que las feministas perdieron por la conquista de nuestros derechos (que hasta donde sé inclyen los días de incapacidad por maternidad, un empleo mal pagado, y el voto). Entonces, no es redituable trabajar porque a menos que finjas demencia y pretendas renunciar a las aspiraciones de hogar e hijitos conseguirás ascender en tu carrera. Así que las mujeres viven (vivimos) hechas un lío, en la disyuntiva de querer tener una familia y un trabajo y confundiendo la lista del súper con la de proveedores, preguntándonos quien demonios es Nore Ply y porque nos regresó el correo que enviamos en la mañana al CEO.
1 comentario:
Girl power!
'appy nu yr!! A ti tambien, perdona la tardanza!!
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