23.11.06



Si pudiéramos lanzar sobre nuestra vocación extranjera el hábito de volver sobre nuestras huellas, llegaríamos al mismo lugar de donde partimos sin saber si quiera como o cuando. A veces quisiera darlo todo para quedarme vacía... el vacío tranquiliza las almas y nos va llenando de subjetividades. Tomaría tu mano en el frío inclemente de los otoños que están por venir y me escondería en lo profundo de tu sonrisa desconocida. Hay días en que el otoño no cesa.



Tomaría entonces un café contigo en el patio del colegio recordando las partes de la vida que no hemos compartido para ver si las coincidencias van más allá de ese momento perdido en el tiempo en que coincidieron las estrellas para hacernos perecer ante el fragmento de vida que nos robamos. A veces, en silecio sigo pronunciando tu nombre.

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