A veces me enojo con la música de Radiohead y la erradico de mi vida un tiempo. Luego, sin esperarlo una canción determinada se me aparece a media semana y entro irremisiblemente al ciclo de escucharlos una canción tras otra, pero repitiendo cada una, un número de veces muy superior al recomendado. Creo que son el grupo que más me gusta, sin caer en los excesos de llamarme "fan" o "incondicional", no he encontrado otro grupo cuyas canciones puedan cambiarme de estado mental tan fácilmente o que pueda escuchar una y otra vez y siempre decir "sí, sí es cierto, eso que están diciendo es justamente lo que yo pienso/siento/quiero".
Mi canción favorita es "Life in a Glass House", me parece tan triste, tan decadente, tan absurda, ese pretender no esperar nada a través el recurso del recuento desencantado. Y luego reconocer que por supuesto que nos encantaría sentarnos y charlar, pero alguien "está escuchando".
A veces mis deseos son tan sencillos e irrealizables que me apena reconocerlos: si tan sólo pudiera vivir sola, apagar las luces, encender una vela, un cigarrillo y tomarme un par de copas de vino tinto escuchando esa canción hasta la náusea.
Los audífonos a mí no me funcionan: me parece absurdo no dejar que el sonido rebote en las paredes, que surja de un lugar y ciertamente me aterroriza pensar que está en mi cabeza. Necesito penumbra y escuchar atentamente para poder imaginar. Desde niña me obsesionaron las historias de los demás. Aprendí a leer por chismosa: ¿qué decía ahí? ¿quién hacía qué cosas? En el camión urbano, camino a la escuela y de regreso me imaginaba la historia de las personas, lo que llevaban en sus bolsas, lo que estaban pensando, a quienes iban a ver yqué les iban a decir. Y al mismo tiempo me aterroriza la gente. Me da miedo hablar con desconocidos, me cohibo en las situaciones sociales más sencillas. Yo soy la que escucha el recuento desencantado, la que desearía sentarse a charlar.
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