Me encantaría poderles contar una historia sobre como conquisté el mundo y logré batir ocho récords mundiales, es más, al menos tener un par de anécdotas divertidas que contar.
Bueno, en la fiesta que hubo en casa de Aline, Ricardo hizo un montón de comentarios jocosos sobre su hámster: pero, ¿a qué niveles de bajez llega uno cuando descubre que los chistes de otros sobre alguien más son lo mejor de su día?
No me respondan.
Ah, y ya tengo mi lavadora de carga frontal con delay programable a seis horas. Ósom.
Mañana empiezo el día con juntas y juntas. Estoy leyendo (oh, detractores de la literatura comercial y los best sellers, no me juzguen) "El Diario Viste de Prada". Me encuentro albergando sentimientos de simpatía por "An-dre-ah", y entonces claro, me dan unas ganas tremendas de venir al blog y decir "a mí me encargaron hacer un café y no supe hacerlo" o "estudié una maestría y tres idiomas para servir jarras de agua", pero psssss a como están las cosas en el país doy brinquitos de alegría cada vez que recibo mi sueldo. De verdad. No exagero.
Y es que teóricamente, cuando más felices deberíamos ser porque alcanzamos la "autonomía financiera" (ja) y el bienestar moral, lo cierto es que nos enfrentamos a una debacle nacional: ni la economía, ni la seguridad, ni la salud conservan su estatus de "garantía" o de condición (al menos) si ne qua non. Y encima de todo estamos en periodo electoral.
Y mi postura no es "Cindylaregiezca" como para decir "yo lo único que quiero es paz mundial", pero francamente, fran-ca-men-te, no he escuchado una sola propuesta legislativa de valor en la televisión nacional: entre la niña que persiste en hablar con tiple, los anuncions sensacionalistas del bolillo y las propuestas satánicas del partido verde no encuentro un momento de paz. Y no me hagan empezar la retahíla de quejas que tengo contra los partidos menores incluídos aquellos apoyados por su santidad el único original cienporciento garantizado e inigualable presidente legítimo y pipirisnais de México.
Lo peor es que preveo un escenario absurdo como el de 2006, en que todo mundo se dividió permitiendo que la ignorancia ganara las elecciones y calculo que este año pasará lo mismo, ya me tocó prescenciar en primer plano como una conversación bastante amena se tornó agria y llena de insultos y juicios sin fundamento en una fiesta recientemente. Y me molesta, me molesta que dividan así a la gente, que se apasionen al grado de los insultos como si todo mundo tuviera las respuestas para resolver los problemas del país.
Sólo necesitamos alguien que sepa como resolver los problemas de México, el problema es que son 100 millones de cabrones los que están seguros de tener la respuesta correcta, y es tanta su certeza que son incapaces de trabajar con el de al lado, para entre varios, realmente resolver las cosas. Triste caso.
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