Favor diseñológico

Camino al jale espiaba al mundo, cuando el pueblo de una tiene únicamente una calle ancha, uno se dedica a espiar el resto de los automóviles y a los tanseúntes y a dedicarse a la tijera social, a la crítica sin fundamento y sin pudor, a la repartición indiscriminada de estereotipos. Oh sí, sí, sí.

De las hora de tedio trafiqueño, puedo deducir una cosa: necesitamos que los diseñadores empiecen a utilizar modelos feas.

Explico: hay mujeres (y hombres, cierto es) que son abominablemente bellas (y bellos), y entonces uno les puede poner encima una bata de embarazo, cortarles el cabello de forma asimétrica, pintárselos de naranja-mirinda y aún así se verán abominablemente bellas (y bellos). Y entonces los diseñadores pueden pasar por las pasarelas del mundo como personas arriesgadas, llenas de vanguardia y originalidad (te estoy viendo Galliano), y se sienten poseídos por los dioses de la bella y el buen gusto (hola Largerfield), pero por la satisfacción de sus egolatrías baratas, infringuen un alto precio en el resto de la humanidad que tenemos que chutarnos a prietas panzonas, con traseros celulíticos y piernas cortas y regordetas en minifaldas que auténticamente causan vértigo por la cantidad de carne flácida que muestran, prietas sin pena ni gloria con los pelos estropajados a fuerza de hacerse sus "luces" color "beige", o de pintarse el cabello rojo intenso "como Mila Jovovich" (risas grabadas). 

De verdad, diseñadores del mundo: yo los conmino a que usen gordas tamaleras para que sean sus musas, y verán entonces lo que es talento. Si logran que se vean medianamente hermosas y sofisticadas, y el mundo las sigue, tendremos mujeres y hombres vestidos adecuadamente a sus facciones y proporciones y no, aspirantes al jetset en parapetos imposibles y dolorosos (a la vista) atuendos y cortes de cabello.

Es cuanto.